Living Venezuela

No tenéis ni idea. Vosotros, con vuestra ilusa creencia de vivir en un paraíso europeo de democracia y bienestar, realmente creéis comprender lo mal que se vive en un estado totalitario de políticos corruptos y plebe inculta que bala lastimosa cual borregos bien esquilados.

  En este país lamentable en el que por desgracia me ha tocado nacer se roba al trabajador honrado el 60% de su sueldo entre impuestos directos, indirectos, tasas, cánones, peajes, derechos de sucesión y una larga, inmensa, retahíla de cultísimos vocablos. Los esquimales tienen unas cien palabras distintas para designar a la nieve, y la Hacienda Pública algunas más para el fino arte de desangrar al currito. ¿Y para qué? Para nada. Para unos servicios públicos de ínfima calidad por obra y gracia de asquerosos políticos. Pagamos como un finlandés para tener los servicios de un chino. Y si no te gusta, más te vale quedarte calladito, hacer cola y presentar tus quejas en la ventanilla B2, previo pago de las tasas correspondiente. Rellenando el impreso por triplicado y, eso sí, en papel de calidad, para que a la ilustrísima y excelentísima defensora del pueblo –marquesa de toda la vida, para más recochineo- le sea cómodo limpiarse el culo.

  Vosotros tampoco parecéis conocer las expropiaciones forzosas, la sanidad en decadencia, la educación politizada –que si no está en decadencia es porque siempre ha sido de las peores del continente- la brutalidad policial y las torturas habituales de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.

  Yo sí lo conozco. Lo he vivido desde que tengo memoria, de una etapa de pobreza y miseria a otra, de una crisis a la siguiente, con algunos años intermedios regulares, que nunca buenos, en los que por momentos llegamos a pensar que estábamos bien por el simple hecho de no tener el agua al cuello.

  La época de Chaves empezó unos pocos años después de mi nacimiento. He tenido que soportar tres décadas de gobierno del chavismo y sus sucesores. Sé que algunos me diréis sólo gobernó catorce años y que se escribe con z… pero es que no hablo de Hugo, sino de Manolito. Ya sabéis, el presidente autonómico implicado en un escándalo de corrupción. No el gallego amigo de los narcos, ni el Yoda catalán, ni el del aeropuerto sin aviones, ni el de los trajes, ni el del Palmarena, ni el ligero de cascos, ni la secretaria general, ni el que tenía una hija de cuatro años con una hipoteca de dos millones, ni la conductora suicida del tamayazo que iba regalando hospitales –otra marquesa, para más INRI-. No. Me refiero al Chaves que a finales de los noventa hacía viajes a Venezuela y cantaba rancheras a coro con el otro Chávez mientras ambos se palmeaban la espalda subidos en la trasera de una camioneta y bromeaban sobre que el apellido de uno terminaba con ese y en su tierra lo pronunciaban con zeta mientras que el del otro terminaba con zeta y en su tierra lo pronunciaban con ese.

  Aquel era el Chávez “bueno”, al que muchos jóvenes idealistas, perroflautas de pelo largo y camisa del alcampo, aun defienden aunque les lluevan hostias por todos lados por hacerlo. Y lo cierto es que la estadística le apoya. Más allá de las apreciaciones políticas, los datos que miden el bienestar en un país (esperanza de vida, mortalidad infantil, índice de alfabetización, de criminalidad, …) mejoraron enormemente con ese terrible chavísmo que ahora tantos critican. Y ojo, que son datos oficiales, de los observadores de la O.N.U., no auto-propaganda del régimen.

  También hubo un Chávez “malo”, claro; un punto de inflexión que curiosamente pareció coincidir con el intento de golpe de estado en Venezuela, ese que nuestro tan democrático gobierno del pueblo, o popular, se apresuró a aplaudir con las orejas. Porque, según parece, los terribles dictadores y tiranos sólo lo son cuando tienen el signo político contrario.

  Vivir en un país comunista es malo. Terrible. La mayor de las tragedias. Os lo digo yo, que vivo en un país con un gobierno comunista, pero comunista decente, comunista de derechas. Porque no es lo mismo decir que toda la riqueza del estado es de la gente que decir que toda la riqueza del estado es de “nuestra” gente. Porque no es lo mismo conseguirle un trabajo a todo el mundo que conseguírselo a todos los del partido. Porque si hay que soltarle 2000 milloncejos a nuestro amigo Floren mientras un montón de pordioseros no pueden darle de cenar a sus hijos, pues se le sueltan, caray. Si querían tener hijos, que hubiesen nacido con contactos.

  Y es que algunos se creen que porque han estudiado son alguien, que por ser médicos o ingenieros mientras la mayoría de los ministros no saben hacer la O con un canuto tienen derecho a existir. Lo único que hacen esos perro-flautas es demostrar su ignorancia. Que otra cosa no, pero los ministros, de canutos, entienden un rato.

  Al final, los obispos van a tener razón. La educación debería ser sólo para los muchachos de familia bien. Dársela a los pobres es tirar ostras a los cerdos. Que luego se creen con derecho a dejar de ser pobres y te montan protestas porque hay cincuenta alumnos en una clase. ¡Mentira! La última vez que entré en una clase de religión en un colegio público, sólo había cuatro.

  Recuerdo hace unos meses a un montón de gente con camisetas verdes exigiendo (¡exigiendo!) una educación de calidad. Incluso hubo altercados violentos entre grupos de antidisturbios con ganas de marcha y grupos organizados de estudiantes y profesores. Por supuesto, todas las instituciones condenaron la conducta de los manifestantes. Toda televisión y periódico, en un claro ejemplo de objetividad periodística, se hizo eco de la opinión de su gobierno.

  Lo irónico del caso es que apenas unas semanas después estallaron unas protesta similares en Venezuela. Similares, que no idénticas. Puede que los videos que mostraban las televisiones fueran calcados. Puede que fuera imposible distinguir los sucesos en Madrid y en Caracas. Puede que cualquier persona racional llegase a la conclusión de que eran exactamente lo mismo, pero no lo eran. Porque los estudiantes venezolanos eran luchadores por la libertad contra un gobierno comunista opresor y los estudiantes españoles eran antisistemas pro-etarras. Pro-etarras nacidos en Cádiz, en Madrid o en Soria, pero aberchales al fin y al cabo.

  Una pregunta. Entre Venezuela y España, ¿sabéis cuál es el país con el mayor ratio de policías por habitante de su continente? Una pista: lo es incluso sin tener en cuenta a la guardia civil. Seguro que lo habéis acertado. Más del doble de policías que en Francia. Muchos más que en la muy comunista Rusia. Claro que es normal, en un país con 33 millones de proetarras en potencia empeñados en tener derechos. El gobierno, en su sabiduría, ha sabido sacarse de la manga una ley mordaza para que su ejercito privado de antidisturbios pueda protegerles repartiendo estopa como es debido sin temor a nimiedades constitucionales. Chávez nunca se habría atrevido a semejante barbaridad, pero porque era un cobarde comunista que no distinguiría una democracia como Dios manda aunque viviera en ella.

  Lo que sí sabía Chávez era expropiar. ¡Expropiese!, decía mientras señalaba con el dedo el local en el que quería que se instalara el nuevo centro social. Recuerdo bien esa noticia. Al día siguiente oí comentarla a unos paisanos mientras tomaba café en uno de los diversos bares de mi calle. Mostraban su justa indignación por las maneras del panchito, por el dedo arrogante señalando la propiedad privada. Me hizo gracia su enfado. Recuerdo haber recordado en ese momento otra noticia que había visto la semana anterior, en telecinco; ya sabéis, en esa sección del telediario de la noche que convierte en noticias las tragedias humanas. Creo que era en una ciudad de la costa levantina, aunque no lo recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es la cantidad: 10500 euros. Era lo que una anciana con lágrimas en los ojos iba a recibir a cambio de que le quitasen su casa de toda la vida. Una casa estrecha, de dos pisos, encalada en blanco con desconchones, que parecía vieja pero perfectamente habitable. Esa casa, junto a una docena de viviendas cercanas, iba a ser expropiadas a la fuerza y derribada porque el ayuntamiento consideraba de interés general demoler una vieja barriada obrera para que se construyeran dos chalés de lujo.

  Porque así es como se hacen las cosas bien hechas: el de la inmobiliaria le desliza un sobre al concejal de urbanismo, el ayuntamiento lanza un edicto y con la sentencia y todos los papeles en regla los zarrapastrosos acaban en la calle con una mano delante y otra detrás, después de que se lo hayan robado todo. Pero democráticamente, no como un vulgar dictador sudaca, o lo que sea.

  Porque lo cierto es que Venezuela es un lugar jodido o, como dirían los expertos, una democracia de bajo nivel. Lo es con Maduro, lo era con Chávez y, sobre todo, lo era antes de Chávez. Chávez no es la serpiente en el paraíso venezolano, porque Venezuela nunca fue un paraíso. Era uno de los lugares más brutales de Sudamérica, con una criminalidad y un nivel de corrupción absurdamente disparatados, con unas desigualdades sociales sangrantes donde reinaba el analfabetismo y la falta de sanidad. Aunque en política no se estile eso de tener memoria, lo cierto es que con Chávez muchas cosas mejoraron, mientras que otras simplemente siguieron estando tan mal como siempre. No lo digo yo; son datos de la ONU.

  No es una defensa del chavismo. No me gusta. Me parecen una panda de políticos corruptos que no hacen más que exprimir a su pueblo. No. Esto es una crítica a los que critican la paja en el ojo ajeno. A los ciegos que se burlan de los miopes. Porque no hace falta cruzar los 6000 kilómetros del puñetero Atlántico para ver a brutales matones a sueldo del régimen apaleando a estudiantes que lucha por sus derechos. Porque que un camarero venezolano salga en la tele porque el pobre tuvo que emigrar a Madrid es grave, pero entra dentro de lo lógico. Lo jodido, lo realmente jodido, es que un licenciado español trabaje de camarero en Londres o Ámsterdam. Porque si nos jode que nos suban la edad de jubilación a 68 años, entonces, por pura coherencia, debe parecernos positivo el que el terrible dictador venezolano la bajara hasta los 58. Porque en Venezuela hay cartillas de razonamiento y en España no las hay, pero se necesitan. O no las había, porque a unos meses de las elecciones, en determinados sitio, como Valencia, decidieron que quizás sería buena idea empezar a repartirlas. Porque los almacenes de Caritas están vacíos y millones de niños sólo comían algo decente en los comedores escolares hasta que los cerraron porque daban mala imagen.
Porque de eso se trata: de imagen. No hay nada, NADA, de la terrible dictadura venezolana que no ocurra también en España. Pero las formas de los corruptos españoles son distintas, más sutiles, más disimuladas. Porque se puede señalar con el dedo o hacer un edicto en el ayuntamiento, pero el desahucio es el mismo. Porque Chávez daba la cara en un programa en directo mientras Rajao sólo hace ruedas de prensa simuladas, en diferido y con una barrera de plasma de por medio.

  Porque los pecados son los mismos, pero la maldad y la manipulación a la hora de ocultarlos son mucho mayores en nuestros corruptos que en los suyos. Chávez cerró una televisión y un diario. Cierto. Pero en España se han secuestrado revistas que molestaban a los poderes fácticos del estado. En España, los directores de los dos principales periódicos del país, dos moscas cojoneras revoloteando en la mierda del marrano, fueron destituidos apenas unos meses después de que llegara el nuevo gobierno. ¿Casualidad? Sí, claro.

  En España, las televisiones públicas son una puta vergüenza manipuladora, y las privadas reciben las amenazas, las presiones y los sobornos del tan democrático gobierno. Es así de sencillo. ¿Para que van a cerrar un periódico cuando pueden comprarlo con el dinero de tus impuestos? ¿Para qué cerrar una televisión cuando pueden hacer las leyes que les da la gana para amordazarla?

  Lo de Podemos es un buen ejemplo. El nivel de coordinación en la campaña publicitaria contra la nueva formación es un claro síntoma de que detrás hay una sola mente. Que a un partido novedoso, con una intención de voto por encima del 20%, sólo le de una cobertura medianamente decente una televisión aislada va contra toda lógica de los medios de comunicación independientes.

  Y encima, al Gobierno de la democracia le parece demasiado. Recuerdo a la lideresa popular, en una entrevista en Antena 3, criticando a José Manuel Lara por la cobertura que le daba a Podemos. Dijo, literalmente, que si seguía así se atuviera a las consecuencias. Dos días después, Lara estaba muerto. ¿Casualidad? Seguramente. Pero aún así da muy mal rollo.

  Esa es la realidad. Si Venezuela es una dictadura, ¿Qué es España? Por mucho que lo pienso, no encuentro nada terrible del país sudamericano que no pase ya aquí. Bueno, sí. Recuerdo que había una valerosa diputada que criticaba a Chávez y fue expulsada sin ninguna justificación del parlamento en el que democráticamente representaba a los ciudadanos de su país. Puede que la memoria me falle, pero creo que se llamaba Mónica Oltra.

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