La gran estafa de Lenovo



El caso es el siguiente: la semana pasada un amigo me comentó que había comprado un portátil en la web oficial de Lenovo. Apenas un par de horas después yo mismo entré en la web para ver si la oferta todavía continuaba, pero por desgracia (o suerte, visto como acaba la historia) los portátiles de esta oferta (consistente en un código de descuento del 20 % sobre un precio ya rebajado) estaban agotados.

Tengo cierta experiencia comprando material informático, sobre todo para amigos y parientes, y algo para PYMES. Un portátil de este tipo de marcas (Lenovo, MSI, HP y similares) y con las características del que compró mi amigo (i7, 8 Gb de ram, pantalla barata, tarjeta gráfica de gama media-baja y ssd de 256) suele costar entorno a los 600 euros si buscas una buena oferta y no te centras en un modelo concreto. Otros clientes compraron configuraciones distintas del mismo portátil (16 de ram en vez de 8, disco de 500 o 1Tb, o nvme, teclado gaming, etc) por entre 500-600 euros, cuando una oferta más habitual se situaría entre 700-800, y sin ningún tipo de oferta, por menos de 1000. En resumen, estamos ante una buena oferta, pero que entra dentro de lo razonable: en torno al 30%.

Desde la web de Lenovo confirmaron el pedido en unas horas, enviaron la factura en algunas más y cobraron el importe íntegro. Días después, enviaron un mensaje indicando que el pedido había entrado en producción.

Una semana más tarde mi amigo recibe un correo de Lenovo indicándole que anulaban el pedido por un error de precio. Sin embargo, el pedido seguía constando como activo y el dinero del pago seguía cobrado y sin devolverse. Ante una consulta de mi amigo, el servicio de atención al cliente de Lenovo culpó a una empresa distribuidora subsidiaria de la cancelación, que a su vez culpó al almacén (vamos, al testaferro del testaferro) pero mantuvo la cancelación. Dos días después, siguen sin devolver el dinero.

Me consta que hay al menos un millar de compradores en la misma situación. Y que el mismo caso se ha repetido en las webs oficiales de Lenovo en Alemania y Suiza.

Pero veamos el caso. ¿Es un error de precio? Parece difícil de justificar. Vender por 100 algo que cuesta 1000 podría serlo: un error tipográfico en el último cero. Un 90% podría considerarse demasiado. Pero hablamos de un 30%, una rebaja bastante habitual en muchos ámbitos de venta, de la cual 20 provienen directamente de un código de descuento.

De ser un error, se trata de uno muy bien ajustado, pues de ser 100-150 euros más barato habría sido un claro, y 100-150 euros más caro habría hecho la oferta notablemente menos atractiva y muchos de los clientes no lo habrían comprado salvo que diera la casualidad de que en ese momento estuviesen buscando un portátil de esas características. Es decir, el error colocó la oferta en la cantidad perfecta para que se vendiese bien y para que quien no necesitase un portátil se plantease comprarlo sin sospechar de una estafa.

Un error demasiado oportuno por lo general no suele serlo.

¿Cuál es el truco? ¿Cuál es la ganancia de una venta que se cancela y de un dinero que se va a tener que devolver? Mi sospecha, basada en años de contacto con el sector de la logística comercial, es clara.

En mi no siempre humilde opinión, la clave está en que Lenovo vendió los portátiles los días 23 y 24 de septiembre, validó las compras antes del 25, pero no canceló los pedidos hasta el 1 de octubre, justo en el cambio del trimestre comercial. Y sigue sin devolver el dinero.

El momento en que se realiza una compra-venta cuenta. Y mucho. El que va a comprar un coche lo sabe: las mejores ofertas se concentran en fechas concretas. El mejor momento es el "cierre del mes" de los concesionarios. El mejor mes, diciembre. Todo aficionado a las gangas y todo mileurista crónico sabe que durante las semanas de balance de las grandes cadenas textiles se encuentran mejores ofertas que en plenas rebajas. Os lo dice alguien que viste de primeras marcas por menos de lo que cuesta un menú del día.

En la carnicería de Paco o en la zapatería de Dolores los precios siguen una evolución lógica, porque Paco y Lola responden ante sí mismos, saben lo que hay, saben lo que es mejor ahora y en el futuro de su negocio. Pero las grandes empresas y las grandes cadenas no funcionan así. Directivos y gerentes tienen cifras que cuadrar, expectativas que cumplir, bonificaciones y penalizaciones en función de objetivos, y accionistas a los que agradar. Un directivo o gerente que tiene como objetivo vender 2 en este trimestre y vende 1, no cumple. Da igual que las previsiones indiquen que venderá 5 el que viene, porque a lo mejor el que viene está en la calle.  Prefiere vender 2 aunque eso implique que el siguiente venda 3 en vez de 5. Paco y Lola no lo harían, pero Paco y Lola son sus propios jefes.

Varias filiales de Lenovo han vendido miles de portátiles en el último momento antes de rendir cuentas las cuentas trimestrales. Y se han echado atrás en el trimestre siguiente, un trimestre en el que esas pérdidas se acabarán compensando con la campaña navideña. Desde el punto de vista del cumplimiento local de objetivos, es razonable. Desde una perspectiva global, no, sobre todo por la pésima imagen que da de la marca.

Lenovo es una tecnológica china cuya imagen y calidad lleva algunos años en caída libre. Sigue viviendo de la reputación heredada (comprada, más bien) de la anterior Lenovo, la prestigiosa división de portátiles de IBM. Aquellos Lenovo tenían merecida fama de calidad profesional, de robustos y punteros; competían directamente con las mejores marcas de portátiles para uso profesional, como Dell o Toshiba. Ahora hace portátiles baratos, que conservan parte de esa fama aunque ya no la merezcan. La mala imagen es algo que no deberían poder permitirse.

No es una práctica nueva. En la mayoría de plataformas de venta como Amazon o Aliexpress es habitual ofrecer grandes descuentos iniciales para obtener buenos posicionamientos de ventas, relevancia, y la codiciada etiqueta de "Más Vendido" en sus productos. Algunos pocos vendedores lo intentan con ventas en falso. Pero los vendedores de Amazon o Aliexpress no suelen tener imagen de marca. Lo extraño es que lo haga una marca reconocida.

Son prácticas relativamente nuevas, claro. El comercio on-line no es tan antiguo, y sólo se ha hecho relativamente común en los últimos cuatro o cinco años. Un tipo de comercio que tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Porque antes, cuando una cadena de ropa hacía grandes ofertas la semana del balance, no había trampa: si no te llevabas la prenda, no la pagabas, y la compra no constaba. Ahora pagas al hacer el pedido. Y aunque al final te devuelvan TÚ dinero, que te llegue o no el producto que has comprado, que la oferta sea legítima o un timo, depende de las necesidades de la empresa.

Es una práctica a la que hay que ponerle un nombre: cuando se engaña al comprador, cuando se le quita y retiene su dinero con falsas promesas y pretextos, eso se llama ESTAFA. Una estafa a la que Lenovo se ha apuntado cual vulgar tienda china de Aliexpress.


Un hombre perseguido


Está ahí, fuera, en la oscuridad. Se oculta en los rincones en sombra que deja el alumbrado público mientras vigila mi casa. A veces alcanzo a ver el puntito anaranjado y brillante del destello de un cigarrillo bailando sobre el fondo negro. Un pequeño fallo quizás, o tal vez le da igual que le descubra: pase lo que pase conmigo el seguirá cobrando, así que el sigilo es una molestia innecesaria.

  No está solo.

  Hace días que empecé a notar ese picor en la nuca que todos sentimos cuando no sabemos que nos están mirando. Cuando me volvía no había nada, claro. La gente paseaba por la calle con normalidad; tranquilos los que lo hacían por placer, con prisas los que iban al trabajo. A la tercera o cuarta vez que me volví empecé a darme cuenta de que siempre había, entre el gentío, algún hombre de edad indeterminada que deambulaba con indiferencia, sin acercarse ni alejarse. Ellos cambiaban, pero el patrón era el mismo.

  El teléfono seguía sonando. Las llamadas habituales: el trabajo, Inma, mamá preguntándome si iba a ir al pueblo este fin de semana. Pero ahora, al colgar, el fin de llamada tenía un eco extraño, como dos conexiones que se cortan a la vez sin estar del todo sincronizada. ¿Siempre había sonado así? No sé… quizá me estaba volviendo paranoico.

  El ADSL iba más lento. Eso estaba claro. El streaming se cortaba en cada vídeo y en mis páginas habituales llegué a descubrir animaciones de espera que no sabía que existían. Mi número de seguidores en twitter había aumentado por primera vez en dos años. Ahora eran cuatro.

  Ahí estaba la clave. En la pantalla. En la ventana al mundo digital. Así se escondía la respuesta a la gran pregunta: ¿por qué yo?

  Soy uno de los cuatrocientos malditos. El jefe de mis perseguidores me ha elegido como encarnación del mal. Soy el nuevo diablo de un mundo podrido y electrónico. Y todo porque a Inma se le ocurrió tuitear: "Este finde me voy al puerto". Y yo respondí: "Pues Yo Me Quedo en Madrid, Matando El Rato".